Las migraciones internacionales son un elemento estructural de las actuales economías abiertas. El número de migrantes internacionales está aumentando en todo el mundo, favorecido por el abaratamiento de los medio de transporte, alentado por la creciente conciencia de las diferencias en los niveles de vida, y acelerado por la difusión universal de los medios de comunicación.

Contrariamente a la difundida opinión que los flujos migratorios internacionales se producen primordialmente desde el Sur hacia el Norte, estimaciones recientes han demostrado que gran parte de los migrantes internacionales se mueven entre los mismos países en desarrollo. Como en las economías avanzadas, en los países en desarrollo el aumento de las migraciones internacionales está relacionado sobre todo a las oportunidades económicas como también a las crecientes disparidades al interno del mismo, así llamado, mundo en desarrollo.

Dado que las actividades económicas están concentradas mayormente en las áreas urbanas, las migraciones internacionales se dirigen principalmente a las ciudades y especialmente a aquellas grandes, consideradas por los potenciales migrantes internacionales como los lugares más prometedores donde encontrar mejores oportunidades de vida. De hecho, las ciudades del Sur ofrecen muchas oportunidades a los migrantes internacionales, especialmente en lo que atañe a obtener acceso al creciente sector informal, a trabajos en servicios caracterizados por baja remuneración y muy requeridos en el contexto de la globalización, a las redes sociales donde los migrantes pueden encontrar apoyo para buscar vivienda o trabajo al momento de la llegada.

Sin embargo, el actual nivel de comprensión de este fenómeno es insuficiente. Las estadísticas oficiales, los censos y los instrumentos de investigación subestiman la real dimensión de las migraciones urbanas internacionales. Usualmente se dispone de muy poca información sobre las cantidades y flujos de los migrantes, y aún menos sobre sus condiciones de vida y de trabajo. Ya que las políticas migratorias son generalmente establecidas en el ámbito nacional, pues las migraciones son consideradas como asunto que atañe principalmente a la seguridad del país, las prioridades nacionales y locales frecuentemente difieren, llevando a políticas contradictorias y dejando a los gobiernos locales con una exigua capacidad efectiva de control sobre la inmigración hacia sus ciudades. A pesar de esto, son ellos los que enfrentan las consecuencias tangibles de dichas migraciones y tienen la responsabilidad de cumplir con las diversas demandas provenientes de una sociedad urbana siempre más compleja y dinámica.

Por falta de políticas migratorias a largo plazo y a causa de la inadecuación e inconsistencia de la legislación existente, en numerosos países en desarrollo la posición legal de los migrantes es cuestionable. Tanto los migrantes documentados como los indocumentados enfrentan un desfavorecido estatus legal, siendo muchos los extranjeros de hecho privados de cualquier derecho de ciudadanía y volviéndose extremadamente vulnerables a ser discriminados en el acceso a los servicios urbanos básicos. La mayoría de los migrantes internacionales se suman a la población urbana de baja renta y frecuentemente tienden a vivir al interno de su propia comunidad, contribuyendo a acrecentar tanto la existente segregación espacial como la fragmentación del medio urbano.

La falta de información y una baja conciencia acerca de los potenciales beneficios y consecuencias de las migraciones internacionales, junto a recursos y capacidades limitados, son los principales factores que vuelven a las autoridades locales incapaces de enfrentar los nuevos desafíos que el fenómeno pone al gobierno urbano.